Gyoji, la práctica continua
Por Jean-Pierre Romain – Presidente del dojo Zen de Paris
El dojo cerrado o semiabierto, la cancelación de días o retiros previstos, ¡claro que podemos decir que es una pena! Pero pase lo que pase, haga calor o frío, sea primavera u otoño, siempre podemos seguir practicando allí donde estamos.
Lo importante es que la práctica no conozca interrupción, es lo que se llama dokan: el anillo de la Vía, o el camino en círculo. Cuando este anillo se representa en caligrafía, nunca se cierra, por lo que siempre podemos entrar en él.
El Maestro Dogen habla de este anillo de la Vía, que se mantiene mediante la práctica: la práctica es gyo, y la idea de continuidad es ji. Gyoji es por lo tanto la práctica sostenida o práctica continua, sin interrupción. De este anillo de la Vía, Dogen vuelve a decir que “no depende ni de mis esfuerzos ni del de los demás. Es la práctica la que se mantiene a sí misma, sin mancha”. En efecto, el camino se mantiene tal cual es, inmaculado, en el reflejo de sí en sí mismo. En este sentido, es la naturaleza misma.
Dogen añade: "Es a través del gyoji de los Budas y patriarcas que nuestro gyoji se realiza como una visión, y nuestro gran camino llega a su extremo... Es a través de este gyoji que existen el sol, la luna y las estrellas, los cuatro elementos, los cinco agregados”.
Vemos ahí que este gyoji, esta práctica continuada, está mucho más allá de nuestro zazen. Zazen, la práctica, no puede limitarse a nosotros mismos. No hay discontinuidad entre los Budas, los patriarcas y nosotros: es exactamente la misma práctica que la de Bodhidharma que permaneció solo durante nueve años, de cara a la pared, con gran determinación.
Es volviendo la mirada hacia nuestro interior, sin buscar nada en particular, que uno puede abrirse a la realidad de Buda.
Además, dojo abierto o dojo cerrado, lo esencial está siempre a nuestro alcance: shikantaza, simplemente sentarnos, estemos donde estemos y pase lo que pase en el mundo.
Djozen Genjo AD Pamplona/Iruña
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