Los Doce Innen
La coproducción condicionada o las Doce Causas Interdependientes
Teisho de Roland Yuno Rech en el templo La Gendronnière, agosto de 2005
La coproducción condicionada es otra forma de comprender el sufrimiento, las causas del sufrimiento, la forma de remediarlo y el nirvana, es decir, la cesación del sufrimiento. En el Mahayana se insiste mucho sobre este último punto. Generalmente en el budismo de los orígenes los monjes se concentraban en el estudio de las Cuatro Nobles Verdades y en el Óctuple Sendero. Con el desarrollo del Gran Vehículo, cinco siglos más tarde, se ha utilizado más la presentación de la realidad de la vida a través de la enseñanza de la coproducción condicionada. A la vez como verdad relativa explicando el proceso del karma y de la trasmigración en los seis mundos, en los seis caminos del sufrimiento pero también la posible liberación.
Con el Mahayana y sobre todo con Nagarjuna, la coproducción condicionada se convierte en la base de una concepción más profunda de la realidad llamada “realidad profunda” o “absoluta”. Esta última palabra no tiene verdaderamente sentido, en todo caso se convierte en el fundamento de una nueva comprensión de la vacuidad y por lo tanto de la liberación.
Querría insistir en lo siguiente: si con la evolución de la comprensión del Dharma, se han resaltado más unos aspectos según la época, eso no significa que hubiera enseñanzas escondidas de Buda, que su forma de enseñar hubiera sido en un primer momento superficial para discípulos poco profundos, ya que las enseñanzas profundas del Gran Vehículo se redescubrieron cinco siglos más tarde. Antes de morir, Shakyamuni dijo: “Yo no he guardado nada escondido”.
El Dharma se ha transmitido enteramente desde el origen Esto es lo que vamos a ver con la enseñanza de las Doce Causas Interdependientes.
Las Cuatro Nobles Verdades presentan la vía de la trasmigración, de una forma un poco estática: el sufrimiento, que está descrito con todos sus detalles, las causas del sufrimiento, es decir, esencialmente la ignorancia, el odio y el deseo, (los Tres Venenos), la posibilidad de liberarse de ellos que es lo que se llama nirvana y la vía de los ocho senderos. Pero desde el origen, en la misma noche de su despertar, Buda tuvo otra visión de lo que iba a llamar la vía del medio, entre la ascesis extrema y la complacencia en los deseos de los sentidos. Esta vía del medio se expresaba a través del Óctuple Sendero. Pero es también la vía del medio entre dos extremos: la existencia y la no-existencia. La coproducción condicionada permite comprender esta vía del medio.
En esa noche del Despertar, Buda, se preguntó: ¿de dónde viene la vejez y la muerte? ¿De dónde viene el hecho de tener que morir?, ¿cuál es la causa? Se remontó hasta el hecho del nacimiento. La causa de la muerte es el nacimiento. Sin nacimiento no hay muerte. Se dice que realizar el despertar es realizar el no-nacido, el no-nacimiento y evidentemente la no-muerte. Después, se preguntó que es lo que provoca el nacimiento. El nacimiento proviene de una voluntad de querer ser, de continuar existiendo. Así se remontó hasta la ignorancia. Por razones pedagógicas lo expuso en sentido inverso.
Para mostrar que esto estaba desde el origen en el corazón de su enseñanza, sin esperar al Mahayana y Nagarjuna, refirámonos al Acela sutra, en el que un asceta llamado Kashyapa le hace una serie de preguntas mientras mendigaban.
La pregunta de Kashyapa, que también es la nuestra, es la siguiente: “¿Es el mismo individuo el que crea su sufrimiento? ¿Somos nosotros la causa de nuestro sufrimiento?” A veces creemos que la ley del karma querría decir que somos responsables de nuestro sufrimiento. Eso no es la vía del medio. Buda respondió: “No, el individuo no es la causa de su sufrimiento”.
El asceta le preguntó: “¿Sufrimos a causa de algún otro?” Shakyamuni respondió: “No, no es otro la causa del sufrimiento”. Preguntó el asceta: ¿El sufrimiento aparece por azar? Buda respondió: “No, no es por azar”.
El asceta preguntó: “Si no aparece por causa de sí mismo, ni por causa de otro, ni por azar, ¿quieres decir que no existe el sufrimiento?” Shakyamuni respondió: “Eso no es lo que quiero yo decir”.
Lleno de dudas le preguntó el asceta: “¿Quizá ignoras lo que es el sufrimiento?” Buda respondió: “No, no es que yo no conozca el sufrimiento”.
Mientras mendigaban, el asceta le insistía. Buda decidió entonces explicárselo, diciéndole: “Si piensas que el sufrimiento de un individuo lo crea él mismo cometes el error de creer que el individuo es eterno, ya que es el mismo individuo el que crea un karma y el que recibe su fruto. Esta no es la vía que yo enseño. Creer en la eternidad de un individuo es un extremo. Si crees que el sufrimiento está causado por otro, caes en el nihilismo”.
Para Shakyamuni la tesis del pecado original sería una teoría nihilista. Adán y Eva habían cometido una falta en un pasado lejano y somos nosotros los que sufrimos ahora sus consecuencias. Esto significaría que un individuo puede cometer o hacer cualquier cosa, desaparecer y no recibir nunca los resultados de su acción. Para Buda es una tesis nihilista que lleva a la negación de la responsabilidad y de la causalidad kármica. Así pues, no es ni individuo ni otro el que causa el sufrimiento. Esto conduce a Shakyamuni a enseñar que la causa del sufrimiento es la coproducción condicionada: condicionados por la ignorancia de producen las formaciones mentales, etc. Es la rueda de las Doce Causas Interdependientes.
En castellano se le llama, “coproducción condicionada”, en sánscrito pratitya-samutpada, en japonés, tal y como hablaba el Maestro Deshimaru, en sus comentarios del Hannya Shingyo, “los doce innen o “junieng´i”.
El punto tradicional de partida, el origen de la transmigración o samsara, es la ignorancia.
De hecho, no estamos “en” el samsara. Nuestra existencia condicionada “es” el samsara. El hecho de existir estando sometidos a las causas y las condiciones que voy a describir es el samsara. En esta existencia atravesamos los seis estados: sufrimiento infernal; sufrimiento de estar hambriento, relacionado con la avidez; estado animal, dominado por la ignorancia y los instintos; estado humano; estado de asura, esas divinidades combatientes (o titanes) que representan nuestro espíritu de competitividad, de obtención de poder y posición; estado de deva, estado de felicidad, de beatitud que puede hacernos pensar que hemos obtenido el satori, mientras que se trata de un estado condicionado permanente y causa de sufrimiento cuando cesa.
Damos vueltas en esos seis estados, ya sea en el espacio de un zazen, de una vida o de un ciclo infinito de vidas y muertes, encadenándose las unas a las otras en función de la ley del karma.
Comencemos por la ignorancia. El Maestro Deshimaru decía que era no conocerse a sí-mismo profundamente. Para Shakyamuni era no haber comprendido las Cuatro Nobles Verdades, el Dharma ni el proceso que aquí os explico. No comprenderlo empuja a actuar. Son los samskaras, impulsos y motivaciones para actuar, voluntades e impulsos no iluminados por la sabiduría y condicionados por las producciones de la ignorancia, es decir, por la avidez y el odio. Nuestras acciones, en lo más inmediato, van a producir un karma doloroso y sobre todo nos van a proyectar en la dinámica de continuar existiendo en el samsara.
Esto condiciona la consciencia. Situémonos en un ciclo de renacimiento: en una vida dada, la consciencia influenciada por el karma, produce una consciencia de renacimiento, última consciencia antes de la muerte, que condiciona el deseo de renacer y produce una energía, una dinámica que empuja a renacer con cuerpo y mente. En la tradición india el nacimiento no está solamente condicionado por el encuentro de un espermatozoide y un óvulo, sino también por la consciencia del renacimiento. Hay entonces tres “personas” en el momento del nacimiento. La consciencia del renacer permite la concepción de un nuevo cuerpo y mente, llamado namarupa, que son los cinco skandha que forman “el individuo”. El cuerpo es rupa (o shiki en japonés) que es el primer skandha.
Nama es todo aquello que es del orden de la mente, sensaciones, percepciones, impulsos para actuar (samskara), las fabricaciones mentales y la consciencia.
A partir de este momento nace un nuevo individuo. En contacto con el mundo exterior se desarrollan los seis dominios de los sentidos, para su funcionamiento dependen de los seis órganos de los sentidos, los ojos, la nariz, las orejas, la boca, el tacto y la consciencia, considerado como uno de los órganos de los sentidos. Para funcionar necesita la presencia de objetos visuales, auditivos, etc., pero también la consciencia ligada a estos órganos de los sentidos, es la génesis de un individuo, a partir del bebé, en contacto con el mundo exterior por sus órganos de los sentidos. De esta forma la consciencia se desarrolla. Las sensaciones son producidas.
Son de dos tipos, uno corresponde a las percepciones o sensaciones cognitivas que nos permiten reconocer los objetos sin intervención de la emoción. Otro las sensaciones afectivas que nos permiten apreciar las cualidades de los objetos, bueno, malo, me gusta o no me gusta, o bien neutro.
Las sensaciones provocan el deseo, si la sensación es agradable queremos perpetuarla o renovarla. Un vaso de vino, ¡que bueno!, otro más, ¡la botella!, dinero para seguir.
La vida a menudo se basa en esto: gustas un placer, luego quieres procurarte el objeto que lo produce, después te lanzas en una historia que te asegure su posesión, esto condiciona la avidez, el apego, etc... Inversamente el deseo puede ser un deseo de rechazar lo que nos resulta desagradable; rechazar, eliminar al otro que nos molesta; el deseo provoca el apego, la angustia y el miedo a perder el objeto, un compañero por ejemplo, lo que provoca ansiedad y celos. Deseo y apego producen el deseo de continuar existiendo en este mundo para gozar de lo que nos da placer. Siendo la vida tan corta nos proyectamos con una energía muy fuerte a una existencia futura: para continuar renaciendo, para continuar siendo.
Es difícil explicar el renacimiento en el budismo sin la existencia de un sí permanente que transmigre. Digamos que es la energía de esta consciencia que sin ser algo fijo está en proceso de querer volver a ser, provocando un nuevo nacimiento, vejez y muerte. Esta nueva existencia impermanente, sujeta a frustraciones y enfermedades, lleva, en efecto, a la vejez y a la muerte.
A partir de ahí vemos claramente que la existencia humana es altamente impermanente, que un individuo no es más que la combinación de los cinco agregados, namarupa, condicionados por la ignorancia, etc. Al mismo tiempo, si comprendemos el proceso podemos ver la posibilidad de ponerle fin, la enseñanza de Buda indica dos puntos sensibles para comenzar: la ignorancia y el deseo, que implican el odio.
Si consideramos los eslabones de esta cadena, encadenándonos en un ciclo, la mejor manera de escaparnos es romper uno de estos eslabones; bien sea despertando de nuestra ignorancia (la mejor forma); bien sea como los ascetas, intentando vencer los deseos. Pero no podemos estar realmente sin deseos si hemos comprendido la vacuidad, si hemos realizado la no dualidad con todos los objetos y finalmente resuelto la ignorancia. En este nivel trabaja el Dharma de Buda para ayudar a seres humanos, a liberarse de su sufrimiento.
Todo esto es la dimensión relativa. Así funciona en el mundo de los fenómenos. Podríamos imaginarnos otro acercamiento, por ejemplo un acercamiento científico- neurofisiológico- que explicara cómo se llega a ser un ser humano. Es de destacar que haya nacido cinco siglos antes de Jesucristo esta tentativa de comprensión de una ley que explique este llegar a ser. No un mito, una creencia, sino verdaderamente una ley que puede descomponerse y funcionar como una causalidad. La visión de Shakyamuni que concibió y enseñó esto era una visión extremadamente moderna de nuestro propio funcionamiento.
Esta visión es retomada después por Nagarjuna y en general por todos los grandes maestros del Mahayana para subrayar que todo lo que existe como seres sensibles, los seres que están en samsara, son el resultado de causas y condiciones y no existen por ellos mismos. Nadie tiene sustancia propia. Es otra forma de demostrar el error que constituye la creencia en un ego sustancial y permanente en sí. No puede haber más que un flujo de encadenamientos de causas y condiciones, esta Vía del Medio de la que hablará largamente Nagarjuna está ya expresada por Buda. Al acabar el sermón de Acela dice: “Esta enseñanza significa que el individuo no es ni eterno ni destinado a la nada, sino que es un flujo que fluye como el de un río.
En cuanto a Nagarjuna, vivió entre el segundo y tercer siglo después de Jesucristo, siete u ocho siglos después que el Buda Shakyamuni. Era a la vez un monje y un poderoso pensador que consideró con otros grandes pensadores del Mahayana que el poder liberador de la enseñanza de Shakyamuni estaba peligrosamente comprometido por las elaboraciones teóricas de los pensadores del Abhidharma. Estos pensadores, durante siglos, trataron de sistematizar la enseñanza de Buda, sus intuiciones y sus enseñanzas dando una descripción de la realidad que tiende a hacer creer, a pesar de la enseñanza fundamental de la vacuidad, que existen en la base de la realidad elementos que poseen una naturaleza en sí mismos. Los pensadores del Abhidharma los llamaron: los dharma, un tipo de ladrillos que constituyen el edificio de la existencia. Incluso si admitían que estos dharma no eran permanentes, les conferían una naturaleza permanente. Por ejemplo el fuego posee la naturaleza propia de quemar, su svabahba, o bien el agua cuya propia naturaleza es ser húmeda y poder regar, etc. Nombraron setenta y cuatro dharma. A través de esta descripción negaban interdependencia y la vacuidad y constituían entidades que tenían naturaleza propia. Nacía toda una elucubración teórica y según Nagarjuna amenazaba gravemente la posibilidad de liberarse y de despertar siguiendo la enseñanza de Buda. Nagarjuna escribió un poema en verso el Madhyamika karika o las “Estancias del Medio” traducido como “Estancias del Medio” o “Poemas del Medio”.
No voy a detallar los 27 capítulos de las Estancias en las que Nagarjuna aborda todos los grandes temas del Dharma de Buda: el ego, el tiempo, el andar, el nirvana, etc,
Este es el comienzo de las estancias dedicadas a Shakyamuni Buda. Estas estancias son como un trueno, dice:
“Sin nada que cese o que se produzca, sin nada que sea llevado a la nada o que sea eterno, sin unidad o diversidad, sin llegada ni partida, así es la coproducción condicionada”.
En su verdad profunda nada cesa, nada se produce nunca, no hay más que un encadenamiento de causas y condiciones del que ninguno de los eslabones de la cadena tiene sustancia propia. Cada uno está causado por el precedente, pero el precedente está igualmente influido por el que le sigue. Por ejemplo, la ignorancia condiciona las tendencias a actuar, pero estas tendencias aumentan la ignorancia, esto ocurre así para cada uno de los eslabones de la cadena.
Nagarjuna añade: “Es la coproducción condicionada de las palabras y las cosas, es el apaciguamiento bendito. El que nos lo ha enseñado, el Despierto Perfecto es el mejor instructor, yo lo saludo”. Para Nagarjuna es el corazón del Dharma de Buda. A lo largo de las estancias siguientes, va a esforzarse en detallarlo y desarrollarlo .Para comprender las cosas de esta manera hace falta admitir lo que desarrolla en el capítulo 25, que concierne a las Cuatro Nobles Verdades. Ahí responde a los teóricos del Abhidharma en un supuesto diálogo, sin adelantar nunca una tesis, sino deconstruyendo y desmontando sus teorías. Incluso la coproducción condicionada acaba por ser completamente desmontada.
En el capítulo primero dice: “Ya que en este dominio todo está condicionado, nada existe en sí, de esta forma nada puede condicionar nada, hablar de condiciones no tiene sentido”.
A veces se dice que esto parece un sofisma, que es paradójico pero hay que comprender que lo que ataca Nagarjuna no es la vida fenomenal en la que estamos, sino las concepciones que nos hacemos de la vida, concepciones que acrecientan la ignorancia y nos impiden realizar el despertar.
En el capítulo 25 hace hablar a sus adversarios que le dicen:
“Con tu teoría y sobre todo con la afirmación de la vacuidad universal no hay las Cuatro Nobles Verdades”.
Es lo que ha sido desarrollado en el Hannya Shingyo: en ku no hay los cinco agregados, ni las Cuatro Nobles Verdades, ni sufrimiento ni cesación del sufrimiento, ni extinción, ni nirvana, todas las concepciones son negadas.
Sus adversarios le decían entonces:
“Eres un nihilista, niegas el Dharma de Buda, eres alguien peligroso.”
Nagarjuna responde:
“No, sois vosotros los que no comprendéis el sentido de la vacuidad, para comprender la vacuidad en el sentido en que yo la utilizo tenéis que considerar que hay dos verdades: una verdad convencional en la que todo el mundo está de acuerdo en la vida cotidiana y una verdad última que descubrimos bajo la superficie de las cosas.
Todos los dharma están condicionados, sin sustancia. Este pensamiento de ku, evocado en el Hannya Shingyo no es pertinente más que desde un punto de vista profundo, por ejemplo desde el punto de vista que podemos tener las cosas en zazen. Esto no impide que esta realidad de ku coexista con shiki, los fenómenos, y Nagarjuna como el Hannya Shingyo no niega la existencia de los fenómenos, niega solamente la solidez, la sustancia y los ve como flujos de interdependencia.
Nagarjuna da la vuelta a la crítica de sus adversarios que le decían que destruía el dharma de Buda y les replica:
“Sois vosotros los que destruís el Dharma de Buda. Si vosotros no admitís la vacuidad, los doce innen, las causas interdependientes. -para él era exactamente lo mismo, vacuidad significaba que todo lo que existe está condicionado, por lo tanto es sin sustancia, vacío de sustancia-, entonces creéis que los seres y las cosas existen por ellos mismos, de forma sustancial. Por ejemplo, creéis que el sufrimiento existe por él mismo, que no tiene causa”.
Este es el principio del Acela Sutra, el sufrimiento no estaría causado por nada. Al no estar causado por nada sería indestructible. No habría nunca ningún medio de liberarse. Lo mismo ocurriría para el ego. Ningún progreso espiritual podríamos esperar en un mundo sustancial, ninguna liberación podríamos esperar en un mundo sin vacuidad. Un mundo en el que todo estuviera fijo, congelado en su sustancia.
Esto corresponde en cierta manera a lo que Kodo Sawaki llamaba “el mundo del ego”, que lo comparaba al mundo por debajo de 0º grados o al agua congelada. En el que todo se queda atrapado en el hielo. En ese mundo nada podría transformarse, estaríamos completamente esclerosados, atrapados. Aquí paso voluntariamente de la noción de verdad absoluta, esencial, a la experiencia concreta de estar coagulado, pero es el mismo fenómeno. El sufrimiento que existe por él mismo, el ego que existe por él mismo, que no está condicionado, no podrán ni cesar, ni transformarse y de esta forma ninguna liberación podrá ser realizada jamás
Esto es lo que dice Nagarjuna. No es para destruir gratuitamente unas concepciones y afirmar otras. No afirma nada, sino que trata de eliminar todas las ilusiones intelectuales de sus adversarios que hacen que el Dharma pierda su poder liberador. No hace más que predicar una vuelta a los orígenes. Como cuando Buda con su cuenco respondía a ese asceta que corría detrás de él para preguntarle el origen del sufrimiento. En pocas palabras, en unos minutos, le ha expuesto los principios básicos de la producción condicionada y la posibilidad de liberarse.
Voy a terminar evocando otra cosa. En las Estancias, Nagarjuna dice: “La coproducción condicionada de las palabras y las cosas, el apaciguamiento bendito”. Evoca las palabras y las cosas, pero antes ha atacado a las palabras más que a las cosas. Nagarjuna nunca ha negado la existencia del cuerpo, de la nariz, de los fenómenos, lo que el ha negado son las ideas falsas que nos hacemos de ello. La gente apasionada por el Madhyamika tiene la impresión que Nagarjuna ha descubierto algo fantástico, que es un revolucionario, de hecho, no ha hecho más que redescubrir lo que Buda dijo en términos muy sencillos: “Cuando esto es, eso es”.
Voy a evocar ahora el mas largo de los sutras, del Majjhima nikaya, el primero, Mula-paryaya Sutra. El título, desde mi forma de ver, ha sido traducido de forma equivocada por Causa Original. Para Buda en su visión de la realidad no hay una causa original. Creer que existe una causa original es tomar un camino equivocado en la enseñanza del Buda. Podríamos más bien traducirlo por: “la raíz de todas las ilusiones”, a condición de pensar que la misma raíz está condicionada y que no es un origen. Este sermón se pronunció delante de quinientos brahmanes que acababan de convertirse al budismo y como eruditos, estaban muy orgullosos de sus conocimientos y tenían la impresión de haber comprendido el Dharma de Buda de una forma que el Buda consideraba demasiado intelectual, comprendido a través de las palabras.
En este sermón distingue tres tipos de personas: El ser humano ordinario que está en la ilusión, no instruido en el Dharma y que percibiendo la tierra nombra la tierra, se pone a pensar en la tierra, a partir de ahí se identifica con la tierra, eventualmente piensa que esta tierra es suya, se alegra de la tierra. Dicho de otra forma, a partir de una percepción, la tierra y su nominación se convierten en una noción que es el punto de partida de todo un proceso de deseo, de apego ¿Por qué el ser humano ordinario hace esto? A causa de su ignorancia, dice Buda. Enumera a continuación todos los elementos de la realidad como una letanía. Piensa en el agua, como siendo de agua se identifica al agua, desea el agua, quiere apropiársela, etc., el agua, el fuego, todos los elementos, todas las categorías de seres, de conceptos, la unidad, la multiplicidad, la totalidad, todas las construcciones mentales; todo lo que concibe el espíritu humano se convierte en objeto de apego, de identificación, de deseo y por fin llega al nirvana, para él es exactamente el mismo proceso. Este individuo errando en la ilusión, emplea el concepto del nirvana, se apega a él, lo desea, quiere apropiárselo ¿Por qué? A causa de su ignorancia. No se ha esperado al budismo Mahayana para denunciar el apego al nirvana, Shakyamuni lo denunciaba desde el principio como un apego unido a la ignorancia, lo que evidentemente impedía la verdadera liberación.
La segunda categoría de individuos está compuesta por personas que se esfuerzan en no pensar así. En el zen hablaríamos de gente que practica de manera progresiva. Podemos evocar las burlas que le hacían a Jinshu, que quería limpiar el espejo de las impurezas de sus ilusiones, creyendo todavía en la realidad de esas ilusiones y esforzándose en no apegarse. Tal persona revisa todos los aspectos de la realidad, incluido el nirvana, esforzándose en no apegarse. ¿Por qué? A causa de su ignorancia.
El tercer personaje es el despierto, el arhat en el sutra. Este despierto no piensa, no se esfuerza en no pensar, no piensa en términos de tierra, agua, aire, fuego, nirvana. Dicho de otra forma, no crea construcciones mentales, samskara que le hacen desear, actuar, etc. ¿Por qué? Porque está liberado de la avidez, del odio y de la ignorancia. Sobre todo de la ignorancia. Ha comprendido el mecanismo de todas sus fabricaciones mentales, entonces no necesita esforzarse en no pensar en estos términos, sencillamente no piensa así. A esa realización es a la que los maestros zen han conducido a sus discípulos desarrollando otra manera de pensar: hishiryo en el zen, el pensamiento más allá del pensamiento conceptual, más allá del apego a las construcciones mentales, más allá de toda tentativa de encerrar la realidad en cualquier sistema, en este mismo sistema que es todavía relativo, una forma de explicar también condicionada.
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