La visión clara, shoken
Kusen de Roland Yuno Rech – La Gendronnière, mayo 2010
En la enseñanza del zen, insistimos mucho en la concentración y, en particular, la concentración en la postura del cuerpo y en la respiración. Esta concentración, crea las condiciones necesarias para despertarse. Pero, esas condiciones no son suficientes. La concentración en la postura del cuerpo y en la respiración ayuda a desapegarse de los pensamientos, de las fabricaciones mentales. Por tanto, ilumina la mente, permite que toda la agitación se decante y la mente se clarifique, cambiando su modo de funcionamiento, no persiguiendo nada y no rechazando nada. Es lo que permite a la conciencia devenir hishiryo, más allá de todo pensamiento, más allá de toda fabricación mental, abandonando todo.
Es lo que permite al espíritu hacerse luminoso, sho en shoken. Sho quiere decir “aclarar”, “iluminar”. Pero ken es también importante. Ken significa “ver”. Así es que shoken quiere decir “ver claramente.” Sólo cuando nuestra visión se hace realmente shoken, una visión clara, nuestra práctica de zazen se hace práctica de Despertar.
Lo que puede impedir ver claramente es estar apegado a concepciones erróneas a propósito de la práctica. Es, especialmente, lo que denunciaba el Maestro Menzan: ilusiones sobre la práctica que impiden realizar el verdadero Despertar de Buda y que hacen que, podamos practicar numerosos años permaneciendo a un lado.
Una de estas ilusiones es pensar que podemos y debemos eliminar los “tres venenos” que son la avidez, el odio y la ignorancia. Menzan nos dice que es imposible.
Además, si pensáis que es eso lo que hay que realizar, entonces impedís realizar de verdad el Despertar. Lo que puede parecer extraño, casi repugnante, pues tenemos el hábito de decir que el nirvana es la extinción de estos tres venenos de la avidez, del odio y de la ignorancia. Y que la salvación enseñada, propuesta por el Buda es precisamente eso.
El abandono de los tres venenos no quiere decir forzosamente suprimirlos, sino sólo, volverlos totalmente inofensivos. Querer abandonarlos, crea un apego nuevo, por la actitud dualista que consiste en combatir constantemente lo que creemos es un veneno. Porque el espíritu que combate está, él mismo envenenado por su actitud dualista y, apegado a una cierta idea de pureza, como vacío, nada, ausencia; ausencia de fenómenos, ausencia de pensamientos, ausencia de emociones.
Sería como querer ser un buda de mármol. Ese no es, evidentemente, el sentido de nuestra práctica. Hay que hacer que los tres venenos sean inofensivos , sin separarnos de ellos necesariamente. Porque, de todas formas, hacemos el voto de permanecer en este mundo en el que existen las pasiones humanas. Estando con ellas, hay que practicar shoken, la visión clara, es decir, la visión de la vacuidad de lo que constituye esos tres venenos, la vacuidad del ego que los fabrica y, la vacuidad de los objetos que persigue o que rechaza.
Es lo que cantamos constantemente cuando recitamos el Hannya Shingyo, y de lo que no comprendemos forzosamente el sentido profundo.
Si practicamos realmente shoken, la observación justa, de la que el Maestro Deshimaru decía que era tan indispensable como la concentración, entonces, podemos iluminar constantemente, nuestras propias ilusiones. Es lo que Dogen llamaba el despertar de un Buda: iluminar la ilusión, pues cuando está iluminada se hace inofensiva, ya no puede apegarnos, arrastrarnos, condicionar nuestra mente, hacernos actuar. Aparece, es vista por lo que es, y la dejamos pasar.
Así, el espíritu se libera de verdad, se libera, precisamente del odio y de la ilusión, de la impureza, de los venenos, pues no se adhiere a ellos y tampoco los rechaza ya.
Por ello el Maestro Menzan dice cosas que pueden parecer paradójicas, cuando dice, por ejemplo, que los tres venenos no son diferentes del cuerpo del Dharma de Buda. Esto, evidentemente, no quiere decir que ser un Buda quisiera decir estar animado por esos tres venenos, sino que un Buda percibe, completamente la vacuidad.
Es lo que permite volver al mundo del samsara, que para nosotros suele ser volver a nuestras familias, a nuestras actividades profesionales, al mundo social, sin ser afectado, demasiado, por las dificultades que encontramos en él. Sin odiar las ilusiones del mundo, sin tampoco dejarse seducir por ellas, pero, actuando con compasión y sabiduría, para introducir, en esos espacios, un poco de esa claridad del espíritu realizado en zazen, y así ayudar a todos los seres que se debaten en las dificultades ligadas a sus apegos.
Es lo que todos los bodhisattva hacen el voto de practicar y realizar y que deseo continúe viviendo, actualizándose, cada uno de nosotros, sin crear separaciones entre nuestra práctica de zazen y la vida cotidiana, entre uno mismo y los otros.
Transcripción de la grabación disponible en podcast en la web del templo zen Gyobutsuji
http://zen-nice.org/gyobutsuji/275/la-vision-claire-shoken/
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